Es de las cosas que pueden ponerlo a uno de buenas. Acordarse del primer amor, y tal vez del segundo. No del primer novio formal, sino del mocosete de la primaria que conquistó tu joven corazón.
Yo tuve un amor platónico durante toda la primaria, se llamaba Paco M. Era el único alto de la bola de niños, por lo que se convertía en mi compañero al final de la fila en honores a la bandera. Suspiré por el desde tercero hasta sexto de primaria, ya después no porque no supe qué fue de él. Creo que una vez me lo encontré en Ajijic y se acercó a saludarme diciéndome: "yo conozco esa sonrisa". Igual de guapo, pero desafortunadamente, igual ex novio de una compañera de la prepa.
Ya después fue Álvaro A. Él era el hermano mayor de una compañera del coro, el cantante y compositor de una banda que se llamaba Quarta Pared, y provocador de suspiros de un montón de chavitas de 14 años. Me invitó a una fiesta una vez, fue por mi a casa de mi abuelita en su bochito del año del caldo me acuerdo, y hasta me dio un beso. Me dediqué a escribirle poesía hasta que me mudé de ciudad. Lo último que supe de él fue que era profesor de Fermatta.
Uno crece y se vuelve un poco cínica, si no es correspondida contestará diciendo "quería andar conmigo pero ni al caso" en vez de suspirar y rayar los cuadernos con muchos corazones, el siguiente paso es empezar a comprender la lógica y darse cuenta cuando las cosas pueden funcionar y cuando no, se añade una dosis más de cinismo, pero se ahorra descalabros. De vez en cuando se me antoja enamorarme a lo bruto, como niña de secundaria.
4.3.07
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