Erik y Zazú, los chavos que hacen sus prácticas en el proyecto Web, me avisaron que no podrían venir porque tenían que hacer un reportaje para su clase de periodismo escrito. Aunque suene a cliché horroroso (y lo es, además) tuve un flashback de mi época de estudiante.
De eso no hace tanto (siete meses) pero pasó el tiempo necesario para sentir un poco de nostalgia por mis clases y (sólo algunos) de mis profesores. Tiempos de periódico, café y cigarro en mano a las siete diez de la mañana, justo antes de entrar a clase. De ensayos, reportes y cuanto género periodístico pasaba por la mente de mis maestros. De tomar cerveza los viernes a las once de la mañana. ¡Tiempos aquellos!
Casi como un acto reflejo le pregunté a los niños (así les decimos de cariño) quién era su profesor. Al obtener su respuesta supe inmediatamente qué temas debían escoger. Supongo que uno desarrolla un olfato o por lo menos intuición para complacer, esta es una habilidad desarrollada en los años de estudio, que según he comprobado, también resulta útil en el mundo laboral.
Momentos después también recordé lo poco que me gusta levantarme temprano, lo que odié a algunos de mis maestros (ya lo resolveré algún día, por ahora es reciente), todos los lios con trámites enredosos y las desveladas que me tuve que fletar por no elegir bien al equipo en que iba a trabajar.
La cordura regresó a mi.
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