Los que trabajamos en una universidad somos suertudos porque tenemos las mismas vacaciones que los alumnos, es decir por lo menos un mes y medio al año comparado con la semana que viene después del primer año de labores marcada por la legislación mexicana en materia de trabajo.
Pues bien, como todos los estudiantes de la Univa (y probablemente más feliz que ellos porque ya no tengo que entregar trabajos ni presentar exámenes) tuve derecho a dos semanas completas de vacaciones a menos de tres meses de entrar a trabajar. Pura vida.
Entre actividades vacacionales y cotidianas (ver en entradas anteriores) pasé unos excelentes quince días, pero todo lo bueno tiene que acabar. Hoy reanudé mis actividades profesionales.
El lado positivo del asunto es que me gusta mi trabajo, hay algo encantador en perseguir gente para que te entreguen cosas que deberían haberte dado dos meses antes o en molestar a los de informática con actualizaciones y demás asuntos engorrosos. A decir verdad extrañaba mi mac, las pausas nicotina y los expresos con mi jefa.
Ah ¡Qué bueno es estar de regreso!
5.4.05
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